El fin de semana se acercaba y algunos socios comenzaban la rutina de preparar la mochila, cámara, cargar baterías, y la ropa. Que si calor, que si frío, pues… de todo un poco, que por ropa no será. Al fin, llega el viernes por la tarde, y, cada uno desde su domicilio, comienza el viaje con destino a esa casa en Villaverde de Vega en Liébana, bueno, mejor dicho, al Albergue de Villaverde regentado por nuestro buen amigo Javier. Javi, que nos trata tan bien, y nos acoge de tal forma y nos hace sentir tan a gusto, que al albergue ya la consideramos como nuestra casa. Sobre las nueve de la tarde nos encontrábamos unos doce amigos, dando por inaugurado la quedada fotográfica, en tierras lebaniegas. Transcurridos los habituales y protocolarios saludos por el reencuentro, pasamos a disfrutar de una suculenta cena. Finalizada la misma, nos dirigimos al salón donde tuvimos la oportunidad de compartir una amena charla culminada con varios audiovisuales preparados por los socios. Finalizados estos, y ya bien entrada la noche, nos fuimos dando las buenas noches y poco a poco el salón quedó desierto y las cómodas habitaciones comenzaron a cobrar vida.
Al día siguiente, algunos quedamos para fotografiar la rica fauna y flora al amanecer y otros aprovecharon para disfrutar de la cama un poco más. Sobre las 9:30 AM estábamos sentados en el comedor frente a un humeante café y pan recién tostado, se me olvidaba, y, por supuesto, de un rico Cola Cao. Acabado ya el desayuno, nos dirigimos a Ledantes, un pequeño pueblecito cercano, y seguimos fotografiando la fauna y la flora.
Con evidente cara de sofoco debido al calor reinante, volvimos al albergue para comer, descansar un poco y sobre las 7:00 PM Javi nos había preparado un Picnic para cenar. Cogimos los coches y nos dirigimos a fotografiar el atardecer y la noche, como siempre con permiso del tiempo, al embalse de Riaño. Una preciosa zona con impresionantes vistas, aunque no tuvimos un gran atardecer ya que el tiempo no nos acompañó, si disfrutamos fotografiando la hora azul.
La cena la organizamos en el camping que amablemente nos dejó unas mesas y, ya bien entrada la noche, retomamos el camino con dirección al alto de Llesba donde tampoco pudimos disfrutar de las estrellas, pero, a cambio, tuvimos una tormenta eléctrica que finalizó, como era de esperar, en un fuerte chaparrón. Algunos, prediciendo el tiempo, decidieron retomar el camino al albergue y los “valientes” decidieron desafiar a las inclemencias meteorológicas con la esperanza de captar el efímero momento en el que los rayos iluminan las majestuosas montañas del paisaje lebaniego.
Al día siguiente, ya descansados y desayunados, nos dirigimos a un camino cercano que bordea el Arroyo de la Viña en busca de motivos fotográficos. Sobre las 2:00 PM estábamos sentados en el porche del albergue saciando nuestra sed, víctimas de nuevo del calor, aunque, por supuesto, disfrutando de una grata charla, bromas y risas que continuaron durante la comida, en la que alguno disfrutó de “triple ración de postre”, ja, ja, ja. Con la foto de grupo dimos por finalizada la quedada, con las tarjetas de las cámaras llenas, la mochila de momentos “a tope” y la sensación placentera de haber disfrutado de un sinfín de emociones gratificantes.
No quiero acabar el resumen del finde, sin antes agradecerle
a Javi y, por supuesto, a Nerea, una artista de los fogones, que pusieron todo
su esfuerzo para que nuestra estancia fuera lo más agradable posible. Gracias a
los dos, y, a los participantes, por haber contribuido a ese ambiente tan
especial que caracteriza las quedadas de nuestra asociación.
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